Vasos, platos, tazas, abrazos ruidosos detrás de la barra. Conversaciones vecinas en las que se solucionan pequeños problemas cotidianos. Abrigos que se mueven entre el trasiego de las sillas. Y un café que abriga la esperanza de los encuentros inesperados.
Primavera. Parece que fue ayer. De pie. Frente a la ventana, un paisaje imaginario de lo que no fue. Las historias de tu rostro. Carreteras hacia lugares inciertos de la memoria. Soledades como flores. Tantas guerras y ningún tratado de paz. Tu piel acepta la derrota. Y de pie, frente a la ventana, tu corazón llora perder.
Quizás sea en otra vida. Sí, en otra. En otro universo. En un agujero negro. En la nada. En el todo. Del derecho. O del revés. Besándonos en los labios. Acariciándonos la piel. Sí, en otra vida nos volveremos a ver. Nos reconoceremos sin saber que ya nos conocíamos. Y reiremos como niños. Y lloraremos como adultos que se dejaron perder. Pero nada importará. Ni el derecho. Ni el revés. Porque en otra vida, nos habremos reencontrado. Otra vez.